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LET’S DO IT ¿Un huerto? ¡Qué gran idea!

En la categoría « lo he hecho yo », pocas cosas son tan satisfactorias como comer tus propias verduras. Vale, quizá consigas que tu cena de Navidad salga bien, pero lo primero es lo primero. Teniendo buena mano con las plantas o empezando con el pie izquierdo, una finca o un alféizar, ¡el placer de ver crecer tus verduras está al alcance de todos! Pero guarda el número de tu jardinero por si acaso...

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Ingredientes

- Un buen compost
- Sol (para ti y para tus plantas)
- Agua (suficiente, pero no demasiada, es sutil)
- Jabón (¡para ti, no para tus plantas!)
- Un poco de paciencia (no tienes que forzarlo, solo hacerlo)
- Una pequeña pala de jardinería
- Macetas, bandejas, jardineras...
- Bolsas protectoras, lonas, toldos (suficientes para divertirte sin rehacer tu piso)

 

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Método

 

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Paso 1: Superficie y ubicación

Lo sabemos: ¡rebosas ganas e ideas! Pero empieza poco a poco. El error clásico del principiante es pensar demasiado a lo grande. Si tienes espacio, en un jardín por ejemplo, limítate a una superficie de 6 m2. En un balcón, según el espacio disponible, elige una plantación más larga para espaciar las plantas. Un kit de madera de 1 m de longitud debería bastar. Hazte con las repisas de las ventanas, instala macetas colgantes y piensa en las superficies interiores expuestas (encimeras de cocina, escritorios, etc.).

¡La exposición! El sol decidirá por ti. Haz la prueba en un día normal: el lugar previsto debe poder beneficiarse de seis horas de luz solar. Y protégete del viento en la medida de lo posible, aunque sea instalando paneles protectores.

 

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Paso 2: El secreto está en el suelo

Es donde todo empieza... ¡y potencialmente acaba! En el jardín, no hace falta desenterrar todo lo que puedas: una simple operación de eliminación de malas hierbas es todo lo que necesitas para preparar tu rincón. Sobre el suelo, ya sea en maceta, bandeja o jardinera, empieza con una capa de drenaje, con bolas de arcilla por ejemplo, luego sé generoso con tierra para macetas de calidad (adaptada a tu tipo de planta), y termina con una fina capa de compost o abono orgánico.

 

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Paso 3: Elegir a las primeras víctimas

Apuesta por lo imparable. ¡No hay que avergonzarse por empezar por lo fácil! No hay nada mejor que los rábanos para ayudarte a cogerle el tranquillo: puedes sembrarlos de marzo a agosto y crecerán en pocas semanas, ¡dándote el empujón de confianza que necesitas! Una clase superior: tomates cherry y lechugas. Fáciles de cultivar, sobre todo si las compras como plantones, tienen la ventaja de crecer rápidamente y seguir produciendo con regularidad. Para los tomates cherry, utiliza una maceta de al menos 30 cm de diámetro, y decántate por las plantas achaparradas a las altas.

¡Tampoco ignores las hierbas aromáticas! Son prácticamente indestructibles (¡eso no es un reto!), no requieren experiencia e incluso pueden comprarse como semillas. Albahaca, menta, cebollino, tomillo, salvia, perejil: ¡lo justo para animar tus platos y cócteles!

Paso 4: El arte de regar

Ah, regar... ¿demasiada agua? ¿No la suficiente? ¿Agua demasiado húmeda? Uno de los grandes misterios de la humanidad... Como regla general, es mejor regar poco que regar demasiado, sobre todo si estás cultivando en una maceta o jardinera y no hay agujeros en ellas que permitan un drenaje adecuado. En pleno verano, tres riegos semanales para los tomates de exterior, dos para los rábanos y las lechugas. Y no mojes las hojas, ¡ya que esto favorece el desarrollo de enfermedades! El pulverizador solo sirve para quitarles el polvo. 

En cuanto a las plantas aromáticas, suelen preferir suelos secos pero frescos. En caso de duda, mete el dedo unos centímetros en la tierra para medir su grado de humedad, ¡y no te dejes engañar por una superficie seca!

En cualquier caso, que no cunda el pánico, no te rindas y aprende de tus errores. Lleva un registro de tus victorias y derrotas, y no dudes en pedir consejo a un horticultor cercano. Es cocinando como te conviertes en cocinero... ¡ya captas la idea!
 

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El resultado

 Ahora solo tienes que girar la aguja para averiguar la distancia que ha recorrido el agua y explicar cada una de las 4 etapas con tus propias palabras. ¡Nada mejor que la sencillez! 

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¡Consejo! 

No te ensucies las uñas ¡Es el look de jardinería definitivo sin el que es difícil vivir! Por supuesto, siempre está la opción de los guantes, pero seamos sinceros, ¡sigue siendo divertido tener las manos en la tierra! Para limitar el daño, frota la parte inferior de las uñas con una pastilla de jabón antes de empezar. La capa evitará que la tierra se enquiste y se lavará fácilmente. No hace falta usar jabón de lavanda, ¡no crecerá!
 

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Otras ideas

Permacultura

¿Qué es eso? En términos sencillos, es la asociación de culturas que se ayudan mutuamente. Por ejemplo, los tomates y la albahaca: esta última repele a los insectos y potencia el sabor de los primeros. Pero no intentes plantar mozzarella... Otra pareja poderosa: borraja y fresas. Esta bonita dama mantiene alejadas a las babosas y fortalece las plantas de fresa.

Compost

Es el toque final para un suelo de éxito, y tu arma secreta en el camino hacia los cero residuos. Recicla tus residuos orgánicos para alimentar a tus plantas: desde peladuras hasta posos de café, un buen compost es tierra viva de la que tus plantas extraen nutrientes. Hay toda una serie de recursos en Internet para hacer tu propio compost, en función del espacio disponible. Pregunta también por ahí, ya que cada vez se instalan más composteras compartidas a nivel local.

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